Amantes de
la selva
Además de la desertización que las empresas
de carne fueron provocando desde hace décadas (aquello de quemar selva y tener
pastos para las reses que surten nuestras mesas y hamburgueserías) y de la saca
furtiva de tanta madera tropical, hoy da más miedo la sustitución de las selvas
tropicales por amplios cultivos de palma, simétricos y sombríamente idénticos
en su genética. Yo lo conocí en la querida Esmeraldas de Ecuador: Era
escalofriante ver salir por el cruce de San Mateo los camiones madereros, que
venían del norte, cargados con troncos enormes. Esa palma es la que produce el
aceite que llevan tantos de nuestros “alimentos industriales” (parece que la
multinacional Pepsico sabe mucho de ello).
Hay gente organizada para pelear contra
semejante ecocidio. Me parecen punteros los de http://www.saynotopalmoil.com/ , es la lucha de David contra
Goliat, pero van avanzando lentamente.
Y nosotros como consumidores podemos dar
pasos también mirando las etiquetas. Un amigo de este grupo nos dice
acertadamente: Yo, cuando compro, rechazo
todo producto que ponga “Grasa vegetal”, “Aceite vegetal”. Tiene que poner “Aceite
de oliva, Aceite de girasol, Aceite de maíz, Aceite de soja”… pero tiene que
poner de qué es el aceite. Si no lo pone, indefectiblemente será de Palma o
Coco”.
Y como ciberactivistas ambientales a mí me
parecen muy interesante el grupo y la web de “Salva la Selva”. Suelen ponerte
al dia de los puntos calientes donde hace falta decir algo y nadie parece
enterarse (normalmente porque nos suelen pillar lejos estos conflictos y
creemos no nos afecten). Recomiendo la inscripción en su boletín para ir sumando
voces contra la destrucción impune del ecosistema más atractivo que tenemos
aún, la selva tropical.
Por cierto, una de sus campañas actuales es
sobre palma aceitera y campesinos filipinos, si quieres participar ya:
https://www.salvalaselva.org/mailalert/973/filipinas-detener-la-palma-aceitera-en-palawan