viernes, 27 de mayo de 2011

Mirando al cielo


Hola, en cuanto se despejan las nubes, el cielo puede dejarnos mucho que ver... en todos los sentidos.






Para ejercitar la capacidad de maravillarnos comparto también un par de videos. Bueno, lo ideal sería ver aquello en vivo y no en internet... así que  ¡ a darnos un paseo y a ver las estrellas en cuanto podamos !
¿Cuanto tiempo hace que no lo has hecho?

 http://vimeo.com/21294655

http://vimeo.com/22439234


Tomados de TSOPhotography, una preciosidad, grabados en los cielos de Canarias y de Rusia. Como para no maravillarse de lo que nos rodea!
Eso sí, hay que saber verlo...




Y un texto cristiano sobre medio ambiente, para reflexionar:

                                  El ambiente, un bien colectivo (CDS 466)

La tutela del medio ambiente constituye un desafío para la entera humanidad: se trata del deber, común y universal, de respetar un bien colectivo, destinado a todos, impidiendo que se puedan “utilizar impunemente las diversas categorías de seres, vivos inanimados —animales, plantas, elementos naturales—, como mejor apetezca, según las propias exigencias”.   
Es una responsabilidad que debe crecer, teniendo en cuenta la globalidad de la actual crisis ecológica y la consiguiente necesidad de afrontarla globalmente, ya que todos los seres dependen unos de otros en el orden universal establecido por el Creador: “Conviene tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado, que es precisamente el cosmos”. Esta perspectiva adquiere una importancia particular cuando se considera, en el contexto de los estrechos vínculos que unen entre sí a los diversos ecosistemas, el valor ambiental de la biodiversidad, que se ha de tratar con sentido de responsabilidad y proteger adecuadamente, porque constituye una riqueza extraordinaria para toda la humanidad.
Al respecto, cada uno puede advertir con facilidad, por ejemplo, la importancia de la región  amazónica, “uno de los espacios naturales más apreciados en el mundo por su diversidad biológica, siendo vital para el equilibrio ambiental de todo el planeta”. Los bosques contribuyen a mantener los esenciales equilibrios naturales, indispensables para la vida. Su destrucción, incluida la causada por los irrazonables incendios dolosos, acelera los procesos de desertificación con peligrosas consecuencias para las reservas de agua y pone en peligro la vida de muchos pueblos indígenas y el bienestar de las futuras generaciones. Todos, personas y sujetos institucionales, deben sentirse comprometidos en la protección del patrimonio forestal y, donde sea necesario, promover programas adecuados de reforestación.



Un abrazo,  Pedro J.







jueves, 26 de mayo de 2011

Contemplando

Contemplar la vida a nuestro alrededor, contemplar al que es Vida plena, darnos cuenta de tantas cosas!




Para orar habitualmente usando nuestros cacharritos electrónicos los jesuitas han sacado esta web. Muy util para quien no para en todo el día, dicen...

Y en plan mas radical, los que velan en la noche por nosotros, los contemplativos a tiempo completo:




Sea al modo que sea, ojalá vivamos cerca siempre del señor de la Vida. Saludos!

 



miércoles, 25 de mayo de 2011

El vacío y la danza

Saludos, una poesía para seguir pensando, para seguir haciéndonos conscientes, presentes, actuales, para ser y no solo sobrevivir...
y un abrazo primaveral en un dia de sol!!




LA DANZA DEL VACÍO
                                                                                                         (Adyashanti)
Tómate un momento
para comprobar
si estás aquí realmente.
Con anterioridad a lo correcto y lo equivocado,
estamos aquí sin más.
Con anterioridad al bien o al mal,
a lo digno o a lo indigno, al pecador o al santo,
estamos aquí, sin más.
Quédate aquí,
en el lugar del silencio,
donde el silencio interior danza.
Justo aquí,
antes de saber algo o de no saber nada.
Quédate aquí,
donde todos los puntos de vista
se funden en un solo punto,
y ese único punto desaparece.
Intenta encontrar el ahora,
donde rozas lo eterno,
y siente el eterno vivir y morir de cada momento.
Para encontrarte aquí nada más,
antes de convertirte en experto,
antes de convertirte siquiera en principiante.
Quédate aquí nada más,
donde eres lo que siempre será,
donde nunca le añadirás nada,
ni le quitarás nada a esto.
Quédate aquí,
donde no quieres nada,
y donde no eres nada.
En el aquí, que es indescriptible.
Donde sólo encontramos el misterio desde el misterio,
o nos dejamos de encontrar.
Quédate aquí
donde te descubres al no encontrarte.
En este lugar donde la tranquilidad es ensordecedora,
y la quietud se mueve demasiado rápido como para atraparla.
Quédate aquí,
donde eres lo que deseas
y deseas lo que eres
y desaparece todo
en un radiante Vacío.

martes, 24 de mayo de 2011

Mejorar el mundo

Ahora es el hermano Alois de Taizé quiene reflexiona:

¿Podemos verdaderamente mejorar el mundo?


Tras un siglo XX en el que se han frustrado tantos sueños, en el que se han quebrado tantas esperanzas, ¿cómo hablar de lo que nosotros podemos hacer para cambiar el mundo o mejorarlo? ¿El discurso desengañado es el único posible? ¿Será sabia una actitud de resignación? ¿La abdicación sería señal de lucidez? ¿Tenemos que unirnos a las filas de los fatalistas para ser inteligentes? Aquel que da lo mejor de sus energías, ¿estará condenado a decir un día, como el servidor de Isaías que sufre: «Me he fatigado para nada?»
Plantearse estas cuestiones, es en definitiva plantearse la cuestión de nuestra libertad, del campo disponible que se nos abre para actuar. Antes de comentar el enfoque que el Hermano Roger daba a estas cuestiones, la filósofa Marguerite Léna recordaba estas palabras de Kierkegaard: «No queda libertad allí donde ya nada es posible.» Continuaba así: «El Hermano Roger siempre ha trabajado para restaurar y abrir esa dimensión de lo posible que permite respirar a la libertad.» Abrir el campo de lo posible, rechazar al fatalismo toda tentativa de comprimirlo, sino más bien «ensancharlo», manteniendo «en el paisaje de la sociedad el color verde de la esperanza», tal como escribió un día el Cardenal Danneels. He aquí un cometido al que los cristianos pueden consagrarse junto a muchos otros.
Rowan Williams, Arzobispo de Canterbury, parecía tener la misma preocupación por ensanchar este campo cuando escribía a los participantes del encuentro europeo de jóvenes en Ginebra: «Tener fe, es querer vivir de forma que mostremos que Dios está vivo. Y esto significa vivir de manera que indique que existen más posibilidades de las que el mundo reconoce.»
A lo largo de la historia, los cristianos han sabido dar muestras de creatividad. Su fe les ha conducido a innovar. Así surgieron los primeros hospitales y los cuidados aportados gratuitamente a los enfermos en tiempos de San Basilio de Cesárea, en el siglo IV y seguramente mucho antes de eso. Considerando otro cambio en la Antigüedad, una historiadora se extrañaba que la historia casi no hubiera retenido los nombres de Melania y Piniano. Estos dos cristianos, que disfrutaban de la mayor fortuna del imperio romano, estos dos cristianos contemporáneos de San Agustín, decidieron liberar a sus esclavos y compartir todo con ellos. ¿Porqué se ha hablado tan poco de los cambios considerables que esta pareja introdujo en la historia? ¿Es temor a reconocer el papel positivo desempeñado por los cristianos? ¿O temor de los cristianos mismos de resaltar opciones tan radicales?

En nuestros días, el periodo de paz sin precedente que se ha abierto con la construcción de Europa, está ahí para convencernos de que nos equivocaríamos al subestimar lo que es posible lograr. Junto al creyente del siglo II que escribía a Diogneto sobre los cristianos, podemos decir: «El puesto que Dios les ha asignado es tan noble, que no les está permitido desertar.»

Saludos asturianos,  Pedro J.

lunes, 23 de mayo de 2011

Inicio mi blog de espiritualidad compartida

Vamos a ver si recuerdo como era ésto, paciencia ok?





Desde Asturias,  Pedro J.

Un texto de Tomas Merton en tiempos primaverales y de pascua:

Oración a Dios, mi Padre, en la Vigilia de Pentecostés.

Hoy te alaba, Padre, este cielo azul. Te alaban las delicadas, verdes y anaranjadas flores del liriodendro. Te alaban también las lejanas y azules colinas, junto con el aire suavemente aromático y lleno de brillante luz. Te alaban las revoltosas alondras, junto con las vacas que mugen y las ruidosas codornices allá lejos. También yo te alabo, Padre, junto con todas esas criaturas, mis hermanos y hermanas. Tú nos has creado a todos juntamente, y Tú me has puesto a mí aquí esta mañana en medio de ellas. Y aquí estoy.

He orado largas horas en los años pasados, en medio de la oscuridad, el dolor y la confusión. Sin duda, de esa confusión era yo el culpable. Sin duda, mi propia voluntad era la raíz de mi dolor. Lo lamento, Padre misericordioso. Pero, cualquiera que pueda haber sido mi pecado, la oración de tus amigos por mí y mis propias oraciones han sido respondidas, porque ahora estoy aquí, en este monasterio, delante de Ti. Aquí me ves. Aquí me amas. Aquí me pides que responda con mi amor y mi confianza. Aquí me pides que no sea más que tu amigo.